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Relato Travesti Byanca Carvalho en Bilbao. Del Cielo al Infierno.


Barcelona Shemale Escort Review: Byanca Carvalho en Bilbao. Del Cielo al Infierno.

Autor: Donostiarra

Es curioso lo que muchas personas pueden hacerte sentir. Y una de estas personas, es la protagonista de este relato.

Tras mi primera experiencia con Byanca, me quedé con ganas de más. Nunca me habían tratado así, y me gustaba. Así pues, hablé con ella y me dijo que pasaría por Bilbao…. ¡excelente!

Un sábado a la tarde, quedé a una hora con Byanca, y tras un breve retraso, que no tiene mayor importancia, llegué a las puertas de Byanca. Debo añadir, que antes de subir, ella se había asomado a la ventana, me vió, sonrió con esa sonrisa traviesa con la que hace que las piernas te tiemblen. Así subí ligeramente nervioso. Me abrió la puerta nada más acceder al piso y crucé el umbral de la perversión. Una vez dentro, me guió a su habitación, no sin antes, darme un beso y una ostia, de bienvenida. Me llevó a su habitación y tras ordenarme los preliminares, hizo que me desnudase.

Ve a la ducha me ordenó. Sientate y nada más decirme aquello, derramó su néctar dorado en mi cara. Caliente, es excitante como se siente una vez que has probado la lluvia. Dúchate puta Obedecí presto, cuando oyes la voz de Byanca, es como si junto a su voz, restallase el golpear de un látigo. Me llevó a su habitación de nuevo.

Byanca, se sentó en una butaca y me dijo Yo soy la Reina. Chupa. Trabaja. Pónmela dura Nada más decirlo, no dudé en ponerme de rodillas, al tiempo que ella se abría las piernas. La desvestí (con un poco de torpeza por mi parte) y ahí estaba el delicioso manjar que me ofrecía. Así que empecé a lamerla, como a mí me gusta, pero Byanca es de otra pasta. Sujetandome de la nuca, hacía que me la tragase cada vez más profundo, follandome la garganta, hasta hacerme babear chupa puta, pónmela bien dura, para follarte bien Byanca hacia fuerza en mi cabeza, hasta atragantarme y hacerme medio vomitar. Al ver que casi no podía más, yo tenía los ojos llorosos, tuvo piedad de mi. Túmbate en la cama mamona, que te voy a marcar Recordando la vez anterior y la marca que me hizo, un temblor de miedo y excitación me recorrió. Me hizo tumbarme en la cama, y la cabeza colgando, me ordenó que la abriera…. Me sujetó y empezó. Los primeros embites los soporté, pero a medida que Byanca incrementaba el ritmo, y sin poder aguantar sus embestidas, me quedaba sin aire y solo podía babear. Perdí la noción del tiempo y las embestidas, hasta que casi vomité. Que puta estas hecha, te has superado mamona. Has conseguido llegar a 82. El aire me faltaba y boquee como si fuese un estúpido pez.

Me dejó unos minutos, mientras tomaba aire y me hizo tumbarme en la cama de lado. Así te entrará mejor. Se colocó a mi lado y acomodó mi cabeza y más concretamente mi boca para follarmelo como a ella le gusta. Efectivamente, se nota quien es la profesional y la que sabe. Claro que me entró mejor; mejor y más profundo si cabe. Cuando ella notó que entraba mejor, empezó a follarme cada vez más fuerte. Yo notaba que me ahogaba, casi no podía respirar y le dejé la polla a Byanca bien mojada con mis babas y a punto de vomitar. Ella paró, miró mi cara roja, como boqueaba en busca de aire y volvió a arremeter con su pollón en mi boca. ¡Dios! Es como si quisiera follarme hasta el estómago. No paró de follarme hasta que casi vomité (previamente me había preguntado si necesitaría un cubo). Sentía mi garganta en carne viva. El aire me faltaba, tenía los ojos llorosos y seguro que mi cara estaba bien roja. ¿Estás bien? me preguntó, en parte divertida y en parte preocupada; seguramente mi aspecto seria desastroso. Asentí, incapaz casi de hablar, por la falta de aire.

Ponte a cuatro patas, puta. Aquellas palabras hicieron que mi cuerpo se estremeciese. Me arquee ligeramente y me acomodé para su entrada. ¡Dios! Es increíble sentir como Byanca entra, con una ligera suavidad al principio, para darte esa puntillada final que haces que te derritas. Me enculó con fuerza, como a ella le gusta, mientras yo no podía parar de resoplar y gritar. Que puta estás hecha, como me excitas ¡puta! Los empellones de Byanca eran cada vez más frenéticos, Byanca estaba cada vez más cachonda. Finalmente, se tuvo que salir. Y así me dejó, con un dolor de culo, que Byanca sabe dejarte. ¿Tendré que llamar al Samur? me dijo, con tono divertido y cachondo al mismo tiempo. Negué repetidas veces, apenas podía hablar, mientras volvía a recuperar el resuello. Bien, entonces seguimos. Me ordenó que me pusiera bocarriba ábrete bien puta, que te voy a violar. Dicho y hecho, nada más colocarme, empezó a meterme ese pollón que seguía estando duro como una barra y arquee mi cuerpo, cuando sentí aquella dureza abrirse paso en mi culo.

Entonces, Byanca empezó un frenético vaivén de empellones, primero suave, al tiempo que yo solo podía resoplar y después me incrustó todo su pollón hasta el fondo, al tiempo que solo podía gritar y estremecerme. Sentía como sus huevos golpeaban los míos, mientras solo podía gritar y entonces bajaba el ritmo, pero sin parar de follarme, y sin sacar su pollón de mi culo. ¿Te gusta, puta?, ya veo que sí, no la tienes dura y te está saliendo la leche, mientras yo solo podía asentir, en ese momento tenía unos segundos de relajamiento pero acto seguido volvió a follarme con fuerza el culo. Me empotró contra la cabecera de la cama, al ritmo de sus folladas, mientras solo podía gritar y gritar (tanto de dolor como de placer), sintiendo como me empotraba el cuerpo, como me violaba y como golpeaba sin cesar mis pelotas. Así hasta que volvió a relajar el ritmo. Yo solo podía gritar y mi cuerpo se contraía en espasmos, ya que aparte de violarme como ella sabe, retorcía mis pezones sin piedad.

Tras prácticamente unos 20 minutos alternando sus ritmos, se salió de mi culo, se puso encima de mi cara y mientras gemía de puro placer, me bañó la cara con su leche, mientras yo me retorcía en la cama.

Por ser tan buena puta, te vas a correr, quiero ver cómo te corres. Me hizo volver a estremecerme, jugando con mis pezones, como a ella le gusta, al tiempo que solo podía resoplar y gemir, y tras unos poco tiempo, arquee mi cuerpo y me corrí como un animal sobre mi cuerpo.

De su cama a la ducha. Y como despedida, “un beso y una ostia”


Added on May 31, 2017 at 12:00 am

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